Llegaste a mi vida
sin que nadie te llamara
y decidiste instalarte
sin que nadie te invitara.
Recuerdo cuando niña
haberme preguntado
una y mil veces
que hice de malo;
porque me castigaban
con tu presencia
si lo único que quería
era tu ausencia.
Después de muchos años
de convivencia
aprendí a no tratarte
con indiferencia.
Pues eso me costó
malas experiencias;
además eras tú la que salía ganando
en esta competencia.
Creo que por fin
hemos aprendido
a convivir en paz
ante todo lo ocurrido.
Además
siempre estarás conmigo
a menos que una cura
llegue a mi camino.
Mientras ese día llega
seguiré conciliando contigo
porque asi no lo quiera
siempre te tengo conmigo.